jueves, junio 28, 2007

Lou Reed

Uno de mis discos favoritos es The Velvet Underground and Nico, y aunque sólo fuera por eso, lo que haga Lou Reed tendría un sitio preferencial.



Lou Reed se libera 'in situ' de la desolación de 'Berlin'

El músico interpreta su mítico álbum en la capital alemana ante un público entregado

JUAN GÓMEZ - Berlín - 28/06/2007

Lou Reed llegó como suele. Ni una sonrisa, ni un gesto al público berlinés que se reunió a las ocho de la tarde dispuesto a aplaudir rabiosamente cada canción de Berlin, el disco que Reed publicó en 1973 y ejecutó el martes de principio a fin en la capital que le da nombre. Se hizo el neoyorquino acompañar por 30 músicos, entre su banda de rock, un coro infantil y una docena de miembros de la London Metropolitan Orchestra para representar a lo grande la tremenda historia de Caroline y Jim, una pareja que "en Berlín, junto al muro", se hunde en una tolvanera de drogas, sordidez, desprecio mutuo y violencia.

En Berlín, junto al antiguo trazado del muro, Reed y los suyos espabilaron de crudeza aquel álbum desolador sin permitir que asomara la nostalgia. Profesionalidad y discreción sobre el escenario decorado por Julian Schnabel, recato y atención extremas del público, cuya media de edad podía calcularse por las considerables filas ante los baños de caballeros. Muchas más canas que greñas y bastantes más americanas que prendas de cuero entre la audiencia que quería escuchar cada nota y ver cada imagen de las que se proyectaban sobre los músicos. Algunos llegaron a chistar durante el concierto a los que se atrevían a animar con gritos o silbidos.

La densidad del sonido en la abarrotada sala grande del Tempodrom, en el barrio de Kreuzberg, crecía según avanzaba la tarde. Por momentos se hacía difícil reconocer qué canción de Berlin interpretaban Reed y Steve Hunter, cuyos solos brillantes sonaban ya en el clásico en directo de Lou Reed Rock 'n' Roll Animal en 1974. Tocado con un gorro de lana estilo Alcatraz, Hunter le sacó el martes a su Gibson SG sonidos que le valieron el reconocimiento del publicó durante toda la tarde. El propio Reed los bailaba discretamente y le daba contrapunto con riffs secos y agresivos.

Las voces de Sharon Jones y las niñas del coro no suavizaron el acento rockero que Reed quiso darle al recital, muy lejos de la vanguardia pop de los setenta de la que fue pionero junto a John Cale y The Velvet Underground.

En 1970, Reed dejó The Velvet Underground y emprendió una carrera en solitario que le dio la fama. Entre el público berlinés que se acercó el martes al Tempodrom se contaban también jóvenes que no habían aún nacido cuando Reed celebraba sus éxitos. Un hombre de unos 30 años vestido con vaqueros y americana comentaba al salir cómo el concierto resultó "agradable, hasta que el fumado que yo era a los 17 años me dijo tío, ése es Lou Reed y está tocando Sweet Jane". Se acercó entonces al escenario "para bailar y gritar un poco".

Fue Sweet Jane el primero de los bises tras los 75 minutos que requirió la interpretación de Berlin. Su primeros acordes desataron el entusiasmo entre la audiencia, que llevaba 10 minutos pidiendo el regreso de la banda. La velada empezó entonces a recordar a un concierto de rock. Una pareja se encaramó a las sillas en la primera fila. Cientos de espectadores dejaron sus butacas para bailar frente al escenario, donde un muchacho con patillas transgredió con un porro la prohibición de fumar.

En la época de Berlin, Reed gozaba de una reputación de hosco y de apologista de las drogas sexualmente abigarrado que casaba muy bien con los textos de sus canciones, poblados de prostitutas, yonquis, travestis y de una poesía oscura enredada en ritmos de rock and roll hipnóticos como un responsorio. El martes, la nueva instrumentalización de Berlin sonó sólida y virtuosa, sin presunciones. La desgraciada historia de Caroline y Jim sonaba casi agradable aun cuando sonaban los berridos infantiles con los que termina The kids. Un niño de unos cuatro años jugaba con su muñeco del Cowboy Woody en la tercera fila. A la salida, un joven entonaba un himno con el que los hinchas celebran en Alemania la victoria de su equipo, "pero qué bonito ha estado".

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