miércoles, enero 09, 2008

La trampa de Radiohead

Estos días se puede oír y leer en muchos medios que Radiohead han hecho trampa.
¿Qué trampa?
Ofrecieron en descarga gratuita su disco, ofrecían una edición limitada a quien quería, todo esto a través de su web y sin discográfica que soportara dicho lanzamiento.
Ahora, dos meses después, han editado el disco a través de XL, que ya lanzó el disco de Thom Yorke en solitario.
Bueno, pues resulta que después de ofrecer el disco gratis ahora son número uno de ventas en Reino Unido.
¿Dónde está la trampa?
Supieron promocionarse muy bien, ofrecieron un producto de calidad y han demostrado que no es incompatible la descarga de música en internet con la compra de cd´s y vinilos.
Bueno, pues a los puristas no les parece bien, como nunca les parece bien nada que no sea lo que ellos piensan en cada momento.
Primero que si la calidad del mp3 descargado era baja, luego que si no daban la cifra de descargas y el promedio de pago por descarga, luego que si se han vendido...
En fin lo de siempre.
Creo que la iniciativa de Radiohead es un camino a seguir por muchos grupos que cuentan con una sólida base de fans: Los Planetas, Love of Lesbian en menor medida...(por cierto, interesantísimo el comentario del gran Santi Balmes comentario en la última entrada de Amador)
Ofrecer su producto en la red y además dar la posibilidad de que los seguidores obtengan un producto muy cuidado y especial, que les haga sentirse parte de algo, no limitarse a vender un CD sin detalles.
Cuando me compro un CD, lo primero que hago es abrirlo y extraer el libreto. Si el libreto merece la pena, la compra está justificada. No implica que el libreto sea un tocho enorme, pero me permite ir investigando cosas entre la Fnac donde lo he comprado y mi casa, donde lo escucho por primera vez.
Ahora la escucha suele ser previa, pero el estado en el que entra mi mente cuando leo las letras, contemplo las ilustraciones es insuperable, es realmente lo que me hace comprar CDs y libros, y libros infantiles, no sé si habrá una droga que facilite ese placer...

Dejo aquí este artículo de Diego A. Manrique que sigue esta línea:

Una modesta defensa del CD

DIEGO A. MANRIQUE 08/01/2008

Cuando se supo que Radiohead ponía en Internet su In rainbows, a cambio de la voluntad, los apocalípticos se lanzaron a estruendosas jornadas de berrea. Los apocalípticos, tan drama queens, se deleitan con los escenarios catastróficos y aquí tenían tres por el mismo precio: el fin del CD, la desaparición de las tiendas de discos, el hundimiento de las discográficas.

Cuando hay ansias de berrear, da lo mismo que la realidad vaya por otros rumbos. Radiohead no pretendía romper con el negocio musical: simplemente, no alcanzó un acuerdo con su disquera de toda la vida, EMI. Para renovar contrato, el grupo de Oxford exigía -aparte de unos millones- recuperar la propiedad de los masters de sus antiguas grabaciones. Se trata de una petición moralmente justa y relativamente habitual: muchos artistas se han hecho con el control de sus grabaciones antiguas en coyunturas similares. Pero EMI tenía las manos atadas: depende de Terra Firma, fondo de inversiones que no puede ceder en lo que es su gran activo, el fondo de catálogo, indispensable para revender en el futuro la compañía. Aparte, la petición de Radiohead podía (¡y debería!) ser imitada.

Al igual que cualquiera no cegado por el odio visceral contra las discográficas, Radiohead asume que existe un amplísimo mercado para los discos. Por razones elementales y por motivos intangibles. Primero, el sonido de un CD es superior al que se consigue bajando música desde la Red. Segundo, resulta más atractivo un CD -y no hablemos de un elepé- con su cuidado envoltorio que un disco casero o un MP3. Tercero, si todo el mundo se ha descargado In rainbows, la señal de distinción, la marca del verdadero fan, consiste en poseer la edición oficial (y más si tiene material extra). Cuarto, grandes masas de seres humanos tienen fobia a la tecnología y prefieren comprar discos de fábrica en tiendas. Los ciberprofetas, y demás propagandistas de paraísos digitales, siguen ignorando el mundo real y sus habitantes.