domingo, septiembre 30, 2007

Javier Marías en Babelia (2)

CRÍTICA: VIDA Y OBRA EN UN DICCIONARIO

El espía egoísta y charlatán

JOSÉ-CARLOS MAINER 29/09/2007

En la novela que cierra su trilogía, Javier Marías reflexiona sobre el egoísmo, la verdad y la culpa, y recupera personajes de títulos suyos como Todas las almas y Corazón tan blanco.

No sé si el empeño que acaba de concluir Javier Marías -la trilogía Tu rostro mañana, que integran las novelas Fiebre y lanza (2002), Baile y sueño (2004) y ésta de ahora, Veneno y sombra y adiós- responde a lo que, en término poco preciso pero expresivo, se ha dado en llamar autoficción. Con este modismo se designa aquel artefacto literario que borra adrede las lindes entre la autonomía de la imaginación y la experiencia personal del narrador, y que transita por la frontera misma entre lo fictivo y lo histórico: un género que, a fin de cuentas, parece responder a la indeterminación con la que esas polaridades se nos ofrecen constantemente en nuestra vida real. Si es así, y si tal ha de ser la tendencia de la novela del siglo XXI, Marías ha logrado, a la fecha, la construcción más sostenida, compleja e importante que tal voluntad (de estilo y de género) ha producido en las nuevas letras españolas.

Lo cierto es que, de entrada,

tiene todas las marcas de la nueva modalidad narrativa, empezando su larga gestación en el corpus escrito del autor. En Todas las almas nació su protagonista y allí se esbozó el dilema moral del memorialista autofictivo: parece que sus amigos existieron "para que yo pueda hablar de ellos", aunque sabe que "el que cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio, ni al que le ocurrió, ni tampoco es su prolongación". Pese a lo cual, la dimensión digamos autobiográfica de aquel relato engendró unos años después la novela complementaria Negra espalda del tiempo ("no soy el primero ni seré el último escritor cuya vida se enriquece o condena por causa de lo que imaginó o escribió", leemos allí: podría ser otro lema para toda escritura de autoficción). Pero la idea de que su protagonista fuera intérprete de lenguas es algo que ya sucedía con los héroes de Corazón tan blanco, relato tan relacionado con éste (aunque aquí ellos sean una suerte de espías devaluados, más o menos al servicio del MI6 británico), y de aquella novela también surgió la repugnante estirpe Custardoy que conoceremos mejor aquí. No nos extrañe la prolijidad de esa trama de parentescos y reescrituras. La autoficción tiene mucho de reflexión moral a lo largo, porque también convergen en ella los territorios paredaños del ensayo y el relato. Y, en el fondo, Marías es uno de esos escritores que trabaja a la sombra de la filosofía práctica: de la epistemología y de la ética. Le obsesiona la naturaleza de la verdad y cree que el punto de partida de la existencia es el egoísmo ("uno no lo desea -comienza esta novela-, pero prefiere siempre que muera el que está a su lado"), aunque el compromiso es inevitable ("ojalá nunca nadie nos pidiera nada", empezaba Baile y sueño) y, a la larga, sabe que vivir consiste solamente en elegir, que elegir es hacer daño y que hacer daño implica, al cabo, culparse ("no debería uno contar nada, ni dar datos", decía el initium de Fiebre y lanza, para desmentirse enseguida).

Las novelas de Marías irritan

a muchos: hay poca trama (prefiere escenas estáticas y tensas), y la manufactura en una prosa divagatoria, algo caprichosa, sin prisa, de esas que las solapas editoriales llaman "envolvente". Sus enemigos, cuando tienen alma de dómine, la acusan de basarse en el anacoluto permanente, pero sus lectores pensamos que es un mecanismo imprescindible y perfectamente ajustado a lo que se pretende. Su lenguaje se presenta como una suerte de afirmación tentativa que se apoya continuamente sobre la duda sistemática: aquí se divaga sobre la propiedad de una expresión común, allá sobre la cercanía o lejanía de dos sinónimos, más acá sobre la equivalencia posible entre una expresión inglesa y otra castellana. De otro lado, las series enumerativas proliferan, las afirmaciones teóricas se autodiscuten y en las descripciones, las sugerencias aventuradas, los parecidos o las rectificaciones se adhieren inextricablemente al hilo narrativo. ¿Hilo? El hilo evoca continuidad y el orden de Marías prefiere la asociación y la dialéctica, la proliferación y la exhaustividad. Y quizá por todo eso es un humorista, como lo era su referente prosístico más directo, Juan Benet. En buena medida, el centro de gravedad de Baile y sueño era la estúpida danza del diplomático De la Garza, y sus consecuencias, unas jocosas y otras terribles; ahora, en una nueva aparición, el odioso Rafita de la Garza canta raps de su invención a un displicente Francisco Rico (un cameo habitual en la narrativa del autor). Pero puede que el mejor humor de Marías no se halle aquí sino cuando describe su relación erótica con la joven Pérez Nuix y cuando se encarniza en el afrentoso recuerdo de nueva Catedral madrileña y su imaginería piadosa, con las pinturas de Kiko Argüello ("nada decente se puede esperar de tal nombre"). Con todo, yo prefiero las escenas más dramáticas de esta novela, que son de rara y trabajada perfección: el regreso de Jacobo-Jaime-Jacques Deza a su hogar madrileño y su relación con Luisa, su mujer; el tenso capítulo en que visita a su rival Custardoy y obtiene su venganza; las dos conmovedoras entrevistas del protagonista y su padre, Juan Deza (donde se completa de añadidura aquella siniestra historia de delación, desvelada en el primer libro y ahora completada con el nombre de otro felón, el seudoescritor al que llama Darío Flórez, no menos verídico que los ya sabidos Del Real y Santa Olalla: sólo se ha suprimido el primer apellido de todos).

Entrar en las novelas de Javier Marías supone hacerlo en un territorio previsible y reconocible para su lector asiduo. Imagino que cuenta con esto y que, por su parte, sus fieles saben que todas empezarán con un arranque estimulante y sintético a la vez (arriba hemos recordado algunos) y que incluirán algunas fotos (como hacían los relatos autofictivos de W. G. Sebald y hace poco, los últimos de Guelbenzu y Martínez de Pisón, Esta pared de hielo y Enterrar a los muertos), que son objeto de écfrasis demoradas y sutiles por parte del narrador: memorables son, en nuestro caso, las referencias a la foto de Jane Mansfield y Sofia Loren o la reflexión sobre un retrato del Parmigianino. Tampoco faltarán las divagaciones subsidiarias (acerca de los apellidos extranjeros en la historia del Reino Unido o a propósito de los carteles de la Guerra Civil española), ni se dejará de confirmar la intromisión de las evidencias audiovisuales en nuestras vidas, tan obsesiva siempre en el autor: la más importante, en nuestro caso, es la sesión de filmaciones de violencia que Bertie Tupra exhibe ante Deza (y éste narra con una técnica elíptica muy cercana a la inolvidable descripción del aleph en el cuento de Borges), pero tampoco es nada desdeñable el modo en que una visión fugaz de Babe, el cerdito valiente en el televisor pauta una tensa escena en casa de Luisa.

Valía la pena esperar un lustro para completar la lectura que iniciamos en el año 2002. Con este "Adiós", el rostro huidizo de Jacobo Deza ha quedado retratado definitivamente en nuestra memoria. Y lo cierto es que se nos parece mucho.

Javier Marías en Babelia (1)

Javier Marías, todas las voces

MARÍA LUISA BLANCO 29/09/2007

Con Veneno y sombra y adiós, el narrador culmina Tu rostro mañana, novela en tres tomos; 1.600 páginas que constituyen la empresa de mayor aliento de su autor. Con motivo de la aparición de un libro destinado a marcar toda una obra, el propio novelista habla de las personas, los momentos y los temas más importantes de su trayectoria vital y literaria.

Hijo del filósofo Julián Marías, con apenas unos meses Javier Marías hizo su primer viaje a Estados Unidos. El escritor ha ironizado en uno de sus artículos acerca de aquella estancia imaginando que su llanto de bebé pudiera haber molestado a Nabokov, ya que el escritor ruso había vivido en el piso de arriba en la casa que su familia ocupó en Wellesley College (Massachusetts). Marías nació en Madrid, en 1951, en el barrio de Chamberí y allí discurrió su infancia. "Me hace gracia cuando se me acusa de extranjerizante", sonríe, al evocar su vida de niño, de la que no sólo tiene un buen recuerdo sino que sigue siendo para él un referente. Hoy, cuando se relaciona con adultos, intenta imaginar qué niños fueron: "El colegio es un microcosmos que reúne todos los tipos psicológicos: el cobarde, el noble, el bruto, el avieso... Indispensable para conocer a las personas". Estudió en el Estudio, colegio heredero de la Institución Libre de Enseñanza, y allí se asomó al universo femenino porque era un colegio mixto, algo nada usual en la España franquista. De esta época le quedan recuerdos vagos de escritores: Jorge Guillén, Ortega y Gasset y Azorín, a quien visitó con su padre un domingo y del que le impresionó que, a la una de la tarde, aún tuviera la cama deshecha. La familia pasó por problemas económicos -su padre estuvo en la cárcel por la denuncia de un amigo y de resultas tuvo prohibido el acceso a la universidad como profesor, así como escribir en los periódicos hasta finales de los años cincuenta-, pero el niño Javier Marías apenas se percató: "Nunca tuve la sensación de que me faltara nada de lo que quería. Siempre tuve libros, juguetes, y a mis hermanos y sus compañeros de colegio para jugar con ellos".

MADRE

Dolores Franco o Lolita, como todos la llamaban, era una mujer culta. Traductora, profesora y escritora, lo abandonó todo para dedicarse a sus cinco hijos, uno de los cuales murió: "Se quejaba de falta de tiempo para leer, era una mujer con mucho carácter y muy inteligente. Tengo grabada su enorme insistencia en que tratáramos bien a las chicas. Nos decía: 'A las mujeres tenéis que tratarlas bien porque es muy fácil hacerles daño'. Yo espero haberlo hecho en mi vida". Ella inculcó al futuro escritor el gusto por la lectura. Marías recuerda que les contaba cuentos como El castillo de irás y no volverás. Al parecer también les leía la Odisea y la Ilíada: "Esto nos lo ha contado mi padre y yo espero que no sea cierto porque puede quedar muy pedante".

MUJERES

Existen en su narrativa a través de la relación que establecen con los personajes masculinos. La mirada que las contempla es exterior y el narrador no se aventura en su interioridad. "Uno escribe desde su propia subjetividad y para mí lo verosímil es que los personajes digan cómo ven el mundo. Las mujeres están escritas desde una voz masculina y por tanto están más difuminadas".

EROTISMO

Presente en varias de sus novelas, siempre es un erotismo elegante, poco explícito y no exento de humor. En Tu rostro mañana el narrador se detiene en la descripción de una foto en la que aparecen Jane Mansfield y Sofía Loren, dos mitos eróticos de los años sesenta. También describe una turbadora escena entre el narrador y uno de los personajes femeninos de la historia. En ésta, el lenguaje gestual sustituye a la palabra, en ningún momento hablan de la pulsión que les lleva el uno al otro, y hacen como si lo que pasa no estuviera pasando ni antes, ni durante, ni después. Es la fórmula irónica del escritor para evitar el ridículo o la grosería: "Una de las cosas más difíciles en literatura es una escena de sexo. La mayoría oscilan entre el tratado de obstetricia y la cursilería semipoética". Reconoce no obstante el papel del erotismo: "Es importante para todo el mundo y para mí también, pero es algo que se hace y de lo que no se habla. Hay hoy la exigencia de que todo se sepa, y cada vez estoy más de acuerdo con las abuelas cuando decían que 'hay cosas de las que no se habla".

CONTAR

La primera frase de las 1.600 páginas que componen Tu rostro mañana es: "No debería uno contar nunca nada...". El contar o no contar es uno de los temas del libro y su autor opina que contamos cosas constantemente sin pararnos a medir su trascendencia: "Tengo la sensación de que contar es uno de los desencadenantes de todo, de cosas buenas, pero también de tragedias espantosas". En una conversación que en la novela sostiene el narrador con su padre, éste le dice: "Si hay algo de lo que estoy contento es de no haber hecho daño a nadie por haber contado lo que no debía". Hoy Marías lamenta que el silencio haya perdido su prestigio: "La gente no aguanta un minuto de silencio, por eso hay música en todas partes. Es un bien preciado porque es una de las cosas que nos permite pensar".

'LOS DOMINIOS DEL LOBO'

El título de su primera novela. Se publicó en 1971, cuando el autor tenía 19 años, en la editorial Edhasa. Fue Juan Benet quien le envió el manuscrito a Rosa Regàs para que lo publicara. Es un libro muy diferente de la actual narrativa de Marías, pero conserva su frescura y el "estado salvaje" en que fue escrita. "Es una de las novelas que más me gusta. La escribí con 17 y 18 años y me divertí mucho. No la escribí para publicar, lo hice para mí y para mis amigos".

'TODAS LAS ALMAS'

Su sexta novela y uno de sus libros más importantes. De ella dijo Juan Benet que nunca escribiría otra igual. Oxford, lugar en el que Marías vivió como profesor en los años ochenta, es su escenario y tanto éste como el ambiente que le rodeaba aparecen en novelas sucesivas. "Durante muchos años me he sentido en Oxford como en casa. Cuando estaba harto de Madrid y de la vida española, que es muy pesada, allí me sentía a gusto. Mi territorio particular, si es que hay alguno, es Oxford". Y el libro: "En cierto sentido es una novela fundacional".

JUAN BENET

Es un referente para generaciones de escritores, pero en el caso de Javier Marías puede decirse que es una persona nuclear en su vida. Primero como escritor: "Él sacó a la literatura española de un eterno provincianismo", y como guía: "Me enseñó a ver pintura, a oír música, a leer mejor. Era tan inteligente y tan agudo que se fijaba en cosas nada evidentes". Benet acuñó el término "el joven Marías", y era uno de los primeros en leer sus manuscritos: "Su juicio era para mí el más importante de todos y, a veces, cuando escribo, pienso en qué le parecería a él". El último libro de Marías que leyó fue Corazón tan blanco. "Fue un amigo y un maestro. Sus novelas son tensas y exigen un esfuerzo sobre todo en esta época de particular pereza intelectual, pero creo que debería ser más leído".

'CORAZÓN TAN BLANCO'

Se publicó en 1992, y el libro proporcionó a su autor un éxito rotundo. Fue bendecido por el crítico alemán Reich Ranicki, ganó varios premios internacionales y vendió casi dos millones de ejemplares. El tema del libro es el secreto, otra de sus preocupaciones: "Es una forma civilizada de tratarse con los demás. Si contáramos siempre la verdad nos mataríamos unos a otros". Sin embargo, Marías tiene sentimientos encontrados respecto a guardar determinadas cosas, por ejemplo, las que afectan a la Guerra Civil: "No todo se puede saber, pero me pone enfermo la impunidad". El secreto quedaría circunscrito a lo privado: "Una guerra es pública, ahí hay que recordar y contar".

LENGUAJE

Es conocido su empeño en la precisión del lenguaje y declara que la lengua en la que se escribe es algo secundario: "La lengua no posibilita la obra, concibo un Proust no escrito en francés y puedo concebir el Quijote escrito en inglés. Lo fundamental es lo que se crea, lo que se describe y las emociones que se provocan, Nabokov o Conrad escribieron en lenguas que no eran las suyas".

TRADUCCIÓN

Recibió el Premio Nacional de Traducción en 1979 por la obra de Lawrence Sterne, Tristram Shandy. Ha traducido a los mejores autores de lengua inglesa y para él la traducción es la mejor escuela: "El traductor es un escritor privilegiado que tiene la oportunidad de reescribir obras maestras en su propia lengua". Tristram Shandy es para él un libro muy importante y no sólo por haberlo traducido: "Una de las cosas que aprendí de él es la utilización del tiempo, descubrí que un minuto puede durar ochenta páginas".

ACADEMIA

Hace años se le propuso la entrada en la RAE, pero declinó la invitación porque no le parecía adecuado que se votase su ingreso delante de su padre. El pasado año volvieron a proponérselo y aceptó encantado: "Me hace ilusión. Es la primera vez que una institución no oficial, muy noble y siempre independiente, me hace un reconocimiento". A falta de la lectura del discurso, que aún no ha escrito porque dio prioridad a Tu rostro mañana, manifiesta interés por el trabajo que se desarrolla allí: "Tengo curiosidad por ver a qué se parecen las sesiones, si al colegio, a un internado, o a qué".

PADRE

El filósofo Julián Marías. Intelectual muy conocido aunque no reconocido. Su hijo reflexiona: "No puedo ser imparcial, pero hizo cosas muy valiosas. La derecha más cerril lo combatió ferozmente y al mismo tiempo, como era católico, la izquierda no lo hizo suyo. Ni los unos ni los otros apreciaron su independencia". "No recibió premios ni reconocimientos oficiales, y entre los políticos parece que sólo Adolfo Suárez tuvo algún gesto hacia él: "Es ridículo que ni siquiera obtuviera el Premio Nacional de Ensayo cuando lo han tenido mindundis de todo tipo. Con él se ha sido un poco mezquino en general". Para el escritor, Julián Marías fue antes su padre que el filósofo: "Su relación con los hijos era un poco torpe, no en mal sentido, sino que no sabía manejar a los niños, pero era muy cordial y muy cultivado, y para mí ha sido un privilegio tenerlo cerca". Siendo escritor uno imagina que el padre podía haberlo tutelado: "Tener un padre conocido para mí no fue un problema, quizá porque a los 19 años me publicaron mi primer libro, y aunque en ese terreno nunca fue explícito conmigo sé por terceras personas que apreciaba mis libros. En mi casa siempre ha habido un extraño pudor, respetábamos la privacidad, y públicamente tampoco hemos hablado el uno del otro, creo que eso es de mal gusto". La muerte del padre en 2005 le llegó a Javier Marías en plena redacción del tercer volumen de Tu rostro mañana. En él, el padre del narrador está directamente inspirado en el suyo y los diálogos entre uno y otro son algunos de los mejores momentos de la novela: "Tenía que mantenerlo vivo en la ficción. A veces salen frases de mi padre tal cual, como cuando nos decía: 'Desde luego no perdéis ocasión de decir alguna majadería'. Al terminar el libro es como si se hubiera muerto del todo". El escritor concluye su recuerdo: "No conozco la vida entera de mi padre, pero es de las personas más rectas e ingenuas que he conocido. Mis hermanos y yo le veíamos un poco desvalido respecto a nosotros, que tenemos más resabio. Él era mejor que nosotros, de eso sí estoy seguro".

AZAR

Muy presente en todas las novelas de Marías, para quien el azar no sólo existe sino que determina buena parte de nuestras vidas. Rechaza la soberbia contemporánea que quiere abolir el azar en aras a la explicación racional de todo, pero alerta sobre el azar en la literatura: "La vida es muy mala novelista, si uno mete en una novela las cosas que suceden en la vida, que está llena de azares, no hay quien se la crea. La novela es una representación de la vida que no admite todo lo que la vida tiene".

HUMOR

"Yo tengo fama de muy serio, o incluso de arrogante o de altivo, y de todas estas cosas que estoy harto de oír. Creo sin embargo que en mis novelas hay mucho humor, pequeñas bromas y hay alguna escena que aspira a ser cómica o en todo caso es un poco disparatada. El humor es una de las pocas cosas que nos salva. En el libro hay un momento que dice: "Callar es lo que nos salva", yo creo que sobre todo nos salva el humor. No puedo evitar ver la parte chistosa de las cosas. En el entierro de mi madre hace 30 años y en el de mi padre hace dos, recuerdo que al escuchar al cura no podía evitar una risa interior. Siempre me ha interesado la mezcla de lo grave y lo cómico, no es fácil combinarlas y no sé si me sale bien. Lo combina en cine Billy Wilder, lo combina Shakespeare, desde luego, Mankiewicz en cine y Molière en teatro, pero no es tan frecuente".

FÚTBOL

Aficionado desde los 7 años e hincha del Real Madrid, este deporte no sólo le proporciona un gran placer sino que le ha inspirado un buen número de artículos y cuentos que reunió en: Salvajes y sentimentales. "Algunos de los momentos más emocionantes de mi vida los he vivido con el fútbol. Tiene un elemento de representación que le emparenta con el teatro y el cine; y la solidaridad y el empeño común que tiene el juego es un trasunto beneficioso y pacífico de las batallas. Si no existiera el fútbol probablemente habría más peleas". Hace unos años, cuando el Numancia de Soria subió a primera división el escritor ofreció a los jugadores una prima económica si se mantenían en la categoría: "De niño pasábamos muchos veranos en Soria y siempre he tenido simpatía al equipo de allí. Les di cinco millones de la época, los que gané en un premio literario".

REINO DE REDONDA

Con quince títulos publicados, Reino de Redonda es un sello editorial que nació al tiempo que Marías se convirtió en rey de Redonda: "Cuando recibí el Reino de mi predecesor éste me dijo que entre mis obligaciones estaba mantener viva la memoria de los anteriores reyes. Así publiqué a M. P. Shield, el primer rey de Redonda, y luego quise recuperar algunas de las traducciones que yo había hecho". La editorial no tiene un plan real de publicaciones porque el editor que es Javier Marías va improvisando, "eso es lo que me divierte". Los libros, editados sin escatimar costes, la convierten en deficitaria aunque el editor le resta importancia: "El Reino no se arruina por eso".

SHAKESPEARE

Varios títulos de sus novelas están inspirados en obras de este autor: cuando fui mortal, Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, Tu rostro mañana: "Es el escritor más fértil para otro escritor. Los hay que te paralizan, que te hacen pensar qué hago yo aquí dándole a la tecla, pero Shakespeare está lleno de apuntes inexplorados, de frases brillantes y enigmáticas".

POESÍA

Piensa que es la forma de arte más elevada de la literatura y ha traducido a algunos de los mejores poetas: Auden, Faulkner, Nabokov, Ashbery, Wallace Steven, Stevenson. Sin embargo, le sorprende que sus críticos no señalen su deuda con ella: "Casi nadie se ha dado cuenta de que alguna de mis influencias más fuertes es de poetas. En este libro hay citas de Eliot, de Ashbery, de Rilke, de Machado, de Lorca, y hay influencia también en el ritmo de la prosa". Sin embargo, nunca escribió poesía, ni siquiera de niño: "Propiamente no, pero creo haberla escrito dentro de mis novelas. Quién sabe, si ya no hago más novelas haré poesía".

DIGNIDAD

"Lo que intento es escribir con recursos de buena ley, sin trampas. Cualquier escritor, haga lo que haga, tiene que tener convicción. La novela es ficción y hay un momento en que uno que ya es perro viejo no se lo cree. Tener la capacidad de decir: no, esto no me lo creo, ésa es la dignidad del escritor, exigirse a uno mismo".

MAÑANA

Acaba de cumplir 56 años y, después de esta novela, mira al futuro: "Yo que sé qué seré mañana aunque no creo que pueda cambiar ya mucho. Hace años, con algo más de 40, dije que algunos libros conviene hacerlos antes de cumplir los 50 porque a partir de ahí dejan de ser inteligentes. Quizá lo puse muy pronto, pero creo que hay gente que a partir de una edad se imbeciliza, da giros extraños, se frivoliza y pierde inteligencia. A lo mejor corro el riesgo de convertirme en un vacuo, aunque espero que no. Lo que no sé es si escribiré más novelas en el futuro. Ahora mismo me siento incapaz ante la mera idea de crear otro mundo distinto que el que he habitado durante estos ocho años. ¿Cuál sería? Ni siquiera se me ocurre".

Un autor en dos conversaciones

JAVIER MARÍAS recibe en su casa, en el Madrid de los Austrias. A juzgar por su rostro risueño, el escritor está relajado y contento. Acaba de terminar Tu rostro mañana, novela en tres tomos en la que ha invertido ocho años de trabajo. Un libro sobre el paso del tiempo con el que amplía su particular geografía del comportamiento humano: "En el primer volumen había una frase: '¿Cómo es posible que no conozca tu rostro mañana, que no te conozca lo suficiente para saber lo que puedo esperar de ti?'. El libro trata de la dificultad de conocer a las personas que nos importan. Y de conocerse a uno mismo. Quizá este volumen se podría haber llamado Mi rostro mañana", resume el escritor, para quien la línea entre vida y literatura cada vez es más delgada. Durante dos conversaciones consecutivas, Marías ayudó de forma generosa a confeccionar las voces de este diccionario. Es un gran conversador y sobre casi todo tiene algo propio que decir. Habla como escribe, de forma reflexiva, pausada y precisa. Un adjetivo a veces no es suficiente para atrapar el concepto y utiliza dos, o los que hagan falta, pero no renuncia a la claridad y la precisión, cualidades ambas consustanciales a su carácter y a su obra. Una obra que a estas alturas es ya todo un universo.

viernes, septiembre 28, 2007

Juan Benet

La literatura según Juan Benet

Dos libros reúnen los ensayos dispersos del escritor sobre diferentes autores

J. A. R. 28/09/2007 - EL PAIS

Contaba Juan Benet (1927-1993) que la única actividad que no lo había decepcionado era la de escribir. "A mí me entretiene, y es un entretenimiento muy barato, intenso y constante", dice en uno de los textos de Infidelidad del regreso, que, junto a Una biografía literaria, son los dos volúmenes que reúnen los ensayos dispersos del escritor sobre literatura. "Tanto me tranquiliza hacer novelas y cuentos, y de vez en cuando algún ensayo, que considero incluso injusto que esa actividad esté retribuida: si me divierte tanto, y me gano la vida de otro modo, ¿qué otra cosa puedo pedir?".

Hoy por la tarde, Manuel Vicent y el editor Mauricio Jalón, junto a Eugenio Benet (uno de los hijos del escritor), hablarán precisamente del Benet ensayista a la hora de presentar en Madrid los dos libros que Cuatro acaba de publicar. La minúscula editorial vuelve a descubrir maneras diferentes de acercarse al autor de Herrumbrosas lanzas. Lo había hecho en Cartografía personal y Puertas de tierra, y ahora lo hace reuniendo sus ensayos literarios. Una biografía literaria agrupa aquellos en los que se ocupa de literatura extranjera. "Si un día de 1947 mis ojos no hubiesen tropezado con una página de Faulkner sería ahora un ingeniero español de mediana edad, con acaso más lecturas en mi haber de las convenientes y con cierta curiosidad por los relatos de fantasmas, las novelas sobre el mar y la historia romana y bizantina", escribió Benet en 1977. Faulkner es, sin duda, el protagonista esencial de esta entrega, en la que también hay piezas sobre Joseph Conrad, Herman Melville, James Joyce o Samuel Beckett, entre otros, y que incluye su largo ensayo La deuda de la novela hacia el poema religioso de la antigüedad.

En Infidelidad del regreso se han agrupado sus textos sobre autores clásicos y contemporáneos que escriben en español. "Se ha dicho con frecuencia que un crítico es un creador fracasado; un hombre que teniendo talento para escribir, pero careciendo del necesario para crear personajes, situaciones, temas y problemas originales, ha de verter su inspiración y estrujar sus facultades sobre lo que han hecho otros", explica Benet en uno de sus ensayos sobre el Quijote. "Yo, desde una perspectiva genética, opino en buena medida lo contrario: el novelista es un crítico fracasado, un hombre que por querer llevar hasta un límite imposible el conocimiento del arte que le apasiona -o de uno sólo de los productos de su predilección- no encuentra otra salida que la creación, a la vista del rechazo que la obra de arte opone al conocimiento total analítico". Ahí está una de las claves de sus ensayos literarios. Benet se vuelca en las obras y da cuenta de su pasión por ellas. Empieza hablando de Cervantes, pasa por Stendhal y desemboca en Conrad. De lo que se está ocupando es "de dos formas extremas de composición: la estampa y el argumento, o para emplear conceptos metafóricos extraídos de la doble naturaleza de la luz, el corpúsculo y la onda".

En Infidelidad del regreso hay textos sobre Cervantes, el Siglo de Oro, la picaresca, Bernal Díaz del Castillo o Américo Castro, y sobre Rafael Sánchez Ferlosio, Javier Marías, Eduardo Mendoza, Carlos Barral, Juan García Hortelano, Antonio Martínez Sarrión o, entre otros, el propio Manuel Vicent, que hoy presenta estos libros. Este último se refirió al autor de Una meditación en estos términos: "Benet dedicó toda su energía a no escribir nunca una página que fuera ridícula... Fue bueno, huraño, ingenuo y lleno de talento". O, con más rotundidad: "Narrar Baroja en anglosajón: ésa es la esencia del mundo benetiano".

Una vez más el trabajo de Mauricio Jalón es un lujo. El editor ha vuelto a meterse de lleno en la órbita benetiana y ha rescatado textos de procedencia muy diversa. Algunas piezas son artículos aparecidos en EL PAÍS, otras proceden de prólogos, conferencias o son inéditas. La lucidez de Benet, su punto de arbitrariedad, su exquisita escritura, la extrema ferocidad de algunos de sus diagnósticos, pero sobre todo su pasión: eso es lo que hay en esta colección de ensayos.

Inercias

Monos y Plátanos

Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos.

Cuando uno de los monos subía la escalera para agarrar los plátanos los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que se quedaban en el suelo.

Pasado algún tiempo, los monos aprendieron la relación entre la escalera y el agua, de modo que cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo molían a palos.

Después de haberse repetido varias veces la experiencia, ningún mono osaba subir la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos.

Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos por otro nuevo.

Lo primero que hizo el mono novato nada más ver los plátanos fue subir la escalera. Los otros, rápidamente, le bajaron y le pegaron antes de que saliera el agua fría sobre ellos.

Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo nunca más subió por la escalera.

Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo con el que entró en su lugar.

El primer sustituido participó con especial entusiasmo en la paliza al nuevo.

Un tercero fue cambiado, y se repitió el suceso.

El cuarto, y finalmente el quinto de los monos originales fueron sustituidos también por otros nuevos.

Los científicos se quedaron con un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentaba llegar hasta los plátanos.

Si fuera posible preguntar a alguno de ellos por qué pegaban con tanto ímpetu al que subía a por los plátanos, con certeza ésta sería la respuesta: «No lo sé. Aquí, las cosas siempre se han hecho así».

Esta es una historia leída en Microsiervos.
Tengo poco que decir al respecto.
Donde trabajaba hasta hace poco las cosas se hacían de una forma, y no por nada, sino porque era más fácil aprovechar lo que ya estaba hecho y si había que volver a utilizar algo antiguo, no había que andar cambiando todo el sistema.
Siempre intenté cambiar algo las cosas, y si alguien aportaba algo nuevo era escuchado, eso sí, dejando inamovible lo que si se cambiaba inutilizara los trabajos anteriores.
Cuando me fui se produjo la circunstancia de que se empezaron a dejar de mejorar algunas cosas simplemente porque cuando estaba yo se hacían así. Por suerte parece que la situación ha cambiado.

martes, septiembre 25, 2007

Victor Erice

Víctor Erice es uno de los cineastas con mayor talento, y también uno, si no el que más, de los más desaprovechados.
Cuando uno ve sus películas entra en un mundo mágico, que a veces el propio Erice destroza cuando explica lo que quería mostrar. Esto último es una exageración, porque cuando le oyes hablar o le lees te maravilla como pocos artistas, pero es cierto que lleva tan al límite la exactitud y el rigor de lo que quiere filmar, que puede llegar a perder oportunidades de mostrar su talento.
Pero es que si no lo hace bien, como él quiere, prefiere no hacerlo, supongo. Desde luego es una gran frustración tener una idea en la cabeza y que su plasmación no sea ni siquiera una mala fotocopia de lo ideado.

Este amanecer de la película El Sur es una maravilla, Vermeer no lo hubiera pintado mejor.




EL PAIS. OCTAVI MARTÍ - París - 25/09/2007

ENTREVISTA: VÍCTOR ERICE Director de cine

Es la primera vez que el cine se expone en el sexto piso del parisino Centre Pompidou. Los dos cineastas que lo han llevado hasta allí -hasta el 7 de enero- son el español Víctor Erice y el iraní Abbas Kiarostami. Además, también es la primera vez que el prestigioso centro francés compra una exposición: Víctor Erice /Abbas Kiarostami. Correspondencias es una producción del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) y de la madrileña Casa Encendida.

Está bien que sea la primera vez de tantas cosas en el caso de dos cineastas interesados por la noción misma de primera vez. De eso trata el emocionante mediometraje La morte rouge, de Erice, primera entrega de un tríptico concebido como diario personal o ensayo cinematográfico en el que el realizador evoca su descubrimiento del cine. "Sí. Luego he descubierto que son bastantes los cineastas que lo que recuerdan de su primera experiencia cinematográfica son imágenes que les causaron miedo...", explica Erice.

Pregunta. En su caso, debieron ser las de esa garra metálica con la que mata el asesino...

Respuesta. Entre ellas. La primera película que recuerdo es una de miedo titulada La garra escarlata, de Roy William Nelly. Ahora puedo decir que a través de ella intuí la existencia de un agujero negro en la trama de la realidad por el cual había desaparecido toda la inocencia del mundo. El niño que yo era entonces no podía distinguir la diferencia entre realidad y ficción. El No-Do que proyectaron antes del filme se me antojaba tan real como la historia del cartero canadiense asesino y sus imágenes me proponían algo así como el sustrato documental en el que luego se desarrollaba la ficción. Ahora sé que lo que me impresionó fue que el resto de la sala mirara a la pantalla sabiendo algo que yo no sabía.

P. Usted y Abbas Kiarostami nacieron el mismo mes (junio) de 1940, en sus películas el paisaje, la captación del mismo, juega un papel importante y son muy sensibles al punto de vista de la infancia.

R. Y a cada uno nos gustan las películas que hace el otro. Es verdad que los dos hablamos del mundo de la infancia. Sabe, los surrealistas decían que la sociedad estaba montada sobre un crimen fundacional. Los niños, a su manera, lo descubren cuando pierden la inocencia. Descubrir la brecha entre la pantalla y la sala ya es eso. Cada descubrimiento es una herida y cada herida es un paso en el acceso al conocimiento. De eso trata El espíritu de la colmena.La morte rouge revelo la trastienda de El espíritu de la colmena... En cierta manera, en

P. ... que en Francia va a volver a salir en salas.

R. Sí. Tiran copias nuevas y se repondrá. Es una película de 1973 y hay varias generaciones que no saben ni de su existencia.

P. Respecto a la exposición que se presentó en Barcelona y Madrid, ¿cuáles son las diferencias?

R. Bueno, Abbas ha aportado una serie de fotografías en color y si en Barcelona, entre Abbas y yo, habíamos intercambiado tres videocartas y cuatro en Madrid, en París la correspondencia es mucho mayor: ahora son 10 las películas que nos hemos enviado el uno al otro...

P. ... reinventando el sea-mail, la botella lanzada al mar...

R. ... y que acaba por llegar a Irán y ser recuperada por unos pescadores que no pueden descifrarla. Además de ese correo que ha ido creciendo, en La morte rouge hay ahora dos minutos y medio más, el montaje es más largo porque he podido disponer de algún material suplementario.

P. Las videocartas y La morte rouge son experiencias de cine artesanal

R. Cuando hice mi primera película tenía a mis órdenes a 40 personas. Ahora he trabajado solo. Yo llevo la cámara, me ocupo de las luces, pongo la voz, hago los ruidos, me ocupo de ir a comprar el material que necesito para la decoración... Después de perder más de tres años con El embrujo de Shanghai decidí que no podía volver a pasar tanto tiempo sin rodar. Y lo he hecho así, entre otras cosas porque Alain Bergala me empujó a embarcarme en la aventura de La morte rouge. Trabajar así me agrada pero ahora tengo un guión escrito y quiero realizarlo en condiciones industriales normales, sólo que yo pienso ser co-productor. Nadie sabe mejor que un cineasta dónde y cómo hay que gastar el dinero.

P. Por su duración -33 minutos-, La morte rouge tiene una difícil explotación comercial.

R. Va a formar parte de un tríptico titulado Memoria y sueño que podrá presentarse como un largometraje. La segunda parte está dedicada a L'espoir, la película de Malraux rodada durante la Guerra Civil española.

P. Podemos decir que el cine le interesa como vía de acceso a diferentes formas de saber.

R. El cine para la gente de mi generación era el lugar de la revelación. Era una ventana abierta al mundo en una época en que España era un país siniestro y cerrado. Te permitía ser ciudadano de ese mundo en vez de súbdito del caudillo. Era un lugar de evasión y aprendizaje, un país sin fronteras. Mis amigos los hice en el cine, compartiendo y descubriéndonos complicidades a partir de las películas. Luego, con la televisión, y más tarde con la multiplicación de las formas de entretenimiento, se ha destronado al cine de su condición de monarca del ocio.

martes, septiembre 18, 2007

lunes, septiembre 17, 2007

Donosti


















Ya era hora de act
ualizar mi propio blog, al que he tenido que acceder desde el de Amador porque casi no me acordaba de la dirección.... Y qué mejor forma de hacerlo que hablando sobre San Sebastián, la mejor ciudad de España.
































Tien
e todo lo que debería tener una ciudad:
casco antiguo (aunque en este caso es un remedo de lo que fue), un buen ensanche con una densidad adecuada para que haya vida y comercios en el mismo, mar, a ser posible un mar frío, para verlo, para pasear a su vera, zonas verdes interesantes, un nivel de renta que garantice que haya una Fnac, una Apple Store...
Además tiene cerca el Chillida-Leku,con una gran colección de piezas de uno de los escultores que más me interesan por la idea que tiene de la generación del espacio a través de vacíos que se interrelacionan, en un entorno maravilloso como es el hayedo de Zabalaga, en Hernani.
































Pasando unos días allí llegas
también a comprender parte de la mejor música nacional de los 90, la que hicieron grupos como Le Mans, Family o La buena vida. Entiendes la melancolía que inspira pasear por La Concha una tarde de lluvia o la alegría de una mañana de sol.