Hoy hace 40 años que los Beatles posaron para el álbum 'Sgt. Pepper's', cubierta que sirvió como confluencia entre el rock y el arte
DIEGO A. MANRIQUE - Madrid - 31/03/2007
El 31 de marzo de 1967, los Beatles posaron en la sesión fotográfica que completó la portada del álbum más famoso del pop: Sgt. Pepper's lonely Hearts Club Band. La cubierta de los discos, que apenas había servido hasta entonces como envoltorio, se convirtió en ese momento en un elemento deliberado de expresión artística. Peter Blake y Jann Haworth, autora del artículo que figura al pie de esta página, crearon esta pieza clave del arte pop británico, la portada más parodiada de la historia, la que aclara el genio creativo de los Beatles, conscientes de su posición como referentes del arte en los sesenta. Su desafío iba más allá de la música. Ningún grupo ha tenido tanta capacidad para marcar tendencias y representar a su generación.
Fue toda una novedad: un artista reconocido trabajaba para un grupo pop de primera línea. Además, Peter Blake no era admirador de los Beatles: prefería el jazz y voces genuinamente estadounidenses como los Four Freshmen o los Everly Brothers. Pero el Londres de los sesenta se pretendía una reedición de la Florencia renacentista y la aristocracia pop tenía ínfulas de Medici: Paul McCartney había encargado un cuadro a Blake en 1966.
A pesar del tópico que atribuye a John Lennon el papel del "Beatle intelectual", quien se introdujo en los círculos vanguardistas fue McCartney. Su cicerone, Robert Fraser, dirigía una galería donde Paul conectó con Blake, Warhol, Antonioni, Claes Oldenburg o Richard Hamilton (que diseñaría otra funda revolucionaria, la del doble blanco que los Beatles sacaron al año siguiente). Fraser y McCartney concibieron la portada de Sgt. Pepper's lonely Hearts Club Band como un santoral de figuras definitorias del siglo XX (más algunas del XIX). Con su disco más complejo, los Beatles se hacían un nicho en la historia: se reconocían herederos de actores, escritores, políticos, deportistas, cómicos. Trascendían la categoría de músicos: su pasado como ídolos juveniles estaba representado por sus figuras del museo de Madame Tussaud; los únicos cantantes seleccionados eran Bob Dylan y Dion.
Sobre la envoltura ya trabajaba The Fool, un flipado colectivo holandés que había conquistado el favor de los Beatles: aparte de la funda doble, Sgt. Pepper debía incluir un recortable y -gran novedad- las letras. Fraser sugirió que necesitaban alguien capaz de ir más allá de una portada a la moda. Alguien como su representado, Peter Blake. También entró en el proyecto la entonces esposa de Blake, Jann Haworth. Michael Cooper, otro colega de los Stones, se encargaría de fotografiar el resultado.
Blake aceptó el reto: "No había mucha inventiva en aquel campo. Estaba el dibujo de Klaus Voormann para Revolver, pero la mayoría de las portadas no eran interesantes, los Everly Brothers sentados en una Lambretta y mirando hacia atrás". Blake nunca había hecho portadas de discos profesionalmente. Admiraba los estilizados diseños del sello Blue Note y se sentía ajeno a la psicodelia: rechazaba el LSD y demás drogas del momento.
Se pidió a cada Beatle una lista de 10 personajes. Ringo Starr ni se molestó en responder. George Harrison apuntó varios gurús hindúes. John Lennon solicitó imágenes de Hitler, Jesucristo y Ghandi... que fueron vetadas por la discográfica; sí se le admitió Karl Marx, el perverso Aleister Crowley y varios escritores desdichados como Wilde y Poe. McCartney exhibió eclecticismo: de Stockhausen a Fred Astaire, pasando por William Burroughs.
Quedaba mucho hueco; Blake, Haworth y Fraser añadieron sus favoritos. Eso explica la abundancia de artistas visuales y celebridades estadounidenses, como el humorista W. C. Fields. No faltaban pin ups de Vargas y Petty. Fraser hasta introdujo a un amigo, el novelista Terry Southern.
El 30 de marzo de 1967, los Beatles y asociados se juntaron en Londres para materializar la foto. Se vistieron como una banda del Ejército de Salvación, con fantasiosos uniformes confeccionados por Manuel Cuevas, sastre de Nashville. Frente a las fotos ampliadas y silueteadas, destacaban los maniquíes y nueve estatuas de cera, incluyendo la de Sonny Liston, ex campeón de los pesos pesados; la selección tenía cierta inclinación por los perdedores. Todo se desarrolló con rapidez y los Beatles pudieron volver a Abbey Road, donde remataban With a little help from my friends. Un inconveniente: varios personajes fotografiados no habían dado su aprobación.
Todos se consideraron honrados, aunque Mae West protestó levemente: todavía se creía una bomba sexual y no se imaginaba relacionada con un "club de corazones solitarios". Leo Gorcey, actor infantil en los años treinta, exigió 400 dólares de compensación y se le borró de la portada: EMI controlaba la bolsa y no se distinguía por su generosidad.
Peter Blake siempre se ha quejado de la tacañería con que fue pagado su trabajo más celebrado. De hecho, ha llegado a exigir dinero por hablar sobre Sgt. Pepper. Moralmente, sí hubo recompensas: la portada recibiría un grammy, uno de los pocos premios que la Academia otorgó a obras de los Beatles. Su impacto fue inmenso: en 1968, ya era parodiada por Frank Zappa, para un corrosivo disco de Mothers of Invention, We're only in it for the money. Lo firmaba Jerry Schatzberg, fotógrafo neoyorquino que había travestido a los Rolling Stones para una carátula. Luego, el diluvio. Son centenares los collages -para discos, libros, revistas, murales- que han recurrido a variaciones sobre Sgt. Pepper.
También late la polémica sobre cómo repartir la autoría entre Blake y su ex mujer. Lástima que no podamos contar con la versión de Robert Fraser: el galerista, que conoció la vida peligrosa con los Stones, murió de sida en 1986.
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